Mujeres que entreno: 2 beneficios en los que nunca pensé.
- Tommy
- 10 ago
- 3 Min. de lectura
Cuando creé mi plataforma de entrenamiento para mujeres de “mediana edad” (mejor será catalogar esto como “mujeres en mitades de sus vidas”) pensé en ellas como el derecho a ser fuertes, a recuperar su energía, su autoconfianza, a darse el gusto de recuperar siluetas.
Inspirado por Athena (mi mujer) decidí ayudar a otras mujeres que, con el paso del tiempo, van ocupando sus días hasta colgar el “ya no va más” en la puerta de sus vidas.
Mujeres que (con mucha probabilidad) siguen este patrón:
Cuidar de hijos pequeños ➡️ trabajar 6/8 horas ➡️ actividades de esos hijos ➡️ sentir el nido vacío ➡️ menopausia ➡️ cuidar de sus ancianos padres........➡️ ➡️ ➡️
(nota: muchas de estas variables “hierven” todas a la vez en el mismo caldero)
Tras años entrenando a varias mujeres me di cuenta de 2 beneficios en los que nunca pensé antes, hasta que la mayoría de esas mismas mujeres lo empezaron a verbalizar en nuestras conversaciones y cuestionarios.
“MI Tiempo”
“Una de las cosas que más espero de la semana es ese momento en el que cierro la puerta del salón, pongo mi música
y hago mi sesión de entrenamiento”.
Andrea (nombre ficticio) es directora de instituto, tiene hijo e hija en edades de pre-pubertad, los lleva a sus actividades extra-escolares y cuida de un padre con problemas de senilidad.
El tiempo de Andrea no es el tiempo de otros.
Sus 24 horas no son las mismas que otros.
Pero hoy no me estoy refiriendo a las habilidades de Andrea para hacer malabares con su tiempo y estrujarlo para poder hacer todo y, además, entrenar.
Estoy apuntando a que ese tiempo, ese en el que cierra la puerta del salón, pone su música y hace su sesión de entrenamiento es algo ansiado que “rompe” el día.
Ese tiempo es algo planificado, esperado y anhelado por ella.
Es su retiro personal. El retiro de Andrea.
Algo semanal que le pertenece, es suyo.
"SU Tiempo".
Entrenar una o dos veces es extremadamente sencillo.
Crear una adherencia a ese estilo de vida, entrenar siempre, de por vida, es tarea ardua.
Afianzarlo como SU tiempo personal, su refugio, su jungla, es uno de los mayores éxitos vitales.
¡Viva Andrea y SU tiempo!
“Ponerme las mallas significa no me molesten,
voy a entrenar”.
Luisa (llamémosla así) es profesora en un colegio internacional, en un país lejano.
Luisa tiene hijos en edades de pre-universidad, sus días son muy moviditos en un país en el que los calores extremos hacen que la vida se respire en aire acondicionado.
Luisa es otro ejemplo de "MI Tiempo".
Ese tiempo, esa especie de clausura temporal empieza a fraguarse con un pensamiento: “necesito ponerme las mallas y bajar a entrenar”.
Esa necesidad no sólo parte de la obvia consistencia semanal del programa de entrenamiento.
Esa necesidad puede proceder de un “día malo”, el letargo o simplemente recogerse en sí misma. En ser ella misma.
Esa necesidad es afilar el hacha para volver a salir a la jungla.
Las mallas no sólo están hechas para poder entrenar más cómoda.
Las mallas de Luisa están hechas para apoderarse de SUS Tiempos.
¡Viva Luisa y sus mallas!
La influencia en los hijos.
“Me encanta que mis hijos estén alrededor cuando entreno,
incluso los animo a imitarme en algunos de los ejercicios”.
Soraya (este no es su nombre verdadero) es cardióloga y tiene hijo e hija en edades tempranas, un marido que también entrena y un pequeño y adaptado gimnasio en casa.
Esos “peques” ven como su madre entrena regularmente cada semana desde hace más de 3 años y para ellos ya es un hábito establecido en casa.
Soraya me envía videos enternecedores de ella entrenando y enseñando a sus hijos a levantar una mancuerna o hacer una zancada.
Déjenme decirles que la influencia que Soraya está insuflando en esos pequeños es de un poder extraordinario.
Soraya (y todas las mamás a las que sus hijos ven entrenar) está estableciendo un futuro espléndido para esos niños, normalizando el hábito de cuidarse y de seguir un estilo de vida saludable. Un estilo de vida que no sólo va a estimular sus músculos y hormonas sino sus capacidades cognitivas y unos potentes valores.
Soraya está consiguiendo que esos futuros adolescentes descarten ver al gym como un lugar intimidatorio y, por el contrario, lo hagan como ese lugar de regocijo y de desarrollo personal.
¡Vivan los hijos de Soraya y la madre que los parió!
Y vivan todas las mujeres (mamás o no) que deciden enfrentar la mediocre idea del abandono físico (y mental).
CoachTT.
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