Primavera de 2001, Toronto, Canadá.
Durante casi 6 meses viví allí, en mi “segunda casa”, esperando a que naciera nuestra hija Alexia.
En uno de mis días de gym congenio con un tipo que hacía pesas al lado mío. Después de un rato le pregunto a qué se dedica:
“Soy Personal Trainer y me dedico a entrenar a gran parte de la comunidad judía”.
Ya yo había acabado mi licenciatura en Ciencias del Deporte hacía tiempo, pero la figura del entrenador personal era propia de series americanas, algo casi ficticio. En España aquello no estaba ni en gestación, seguro que habría alguien entrenando a otras personas, pero nunca con la normalidad de una profesión asentada y tan reconocida como en USA y Canadá.
Aquel día quedé pensativo: “Guau, este tipo se gana la vida así…”
Le damos a avance rápido a mi vida y ya llevo 11 años dedicándome a entrenar a otras personas, de población general.
Lo cierto es que, a estas alturas, a menos que hayas estado de largo viaje espiritual en el Tíbet, es imposible que no sepas lo que es un Entrenador Personal (EP). Aunque sea un término demasiado laxo hoy en día.
Contratar los servicios de un EP está cada vez más de moda y, afortunadamente, no sólo por las ansias de aparentar con tus conocidos, sino por la cada vez mayor concienciación de un estilo de vida enriquecedor. Sea como sea los EP no seríamos nada sin la disposición de todos los que se deciden a contratar a uno/a.
La profesión crece, es extremadamente popular.
Sin embargo, la figura del entrenador está en entredicho.
Me explico.
La industria del fitness crece de manera galopante, contratar los servicios de un entrenador es una decisión emocional, a menudo hecha sin el pensamiento adecuado y no es una sorpresa que algunos/as se aprovechen de los consumidores.
El servicio de EP es arbitrario. Los entrenadores no tienen un campo prescrito. Realmente nadie conoce lo que deberíamos o no deberíamos saber. Lo curioso, y preocupante, es que muchos entrenadores tampoco lo saben.
Entrenador “PERSONAL” se convierte en un término infinito en la industria del fitness.
Entrenar a otra persona no cae en la obviedad de sencillamente dedicarle exclusivamente la sesión de entrenamiento.
Entrenamiento personal es un diálogo, no un monólogo.
Es una carretera de doble sentido.
Entrenar es comprender todos los aspectos que se interrelacionan con la individualidad única.
Es un abordaje Bio-Psico-Social.
Entrenar grupos pequeños, bootcamps, grupos de crossfit ó grandes clases de mantenimiento carece de la rigurosidad del adjetivo en cuestión.
Si entrenar a personas otorga la coletilla “personal”, adelante.
Más debemos ser conocedores que está a años luz de la intención con la que nació la profesión.
Tommy Alvarez.
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